miércoles, 7 de julio de 2010

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LOS TRES COSMONAUTAS

Al principio, en los cohetes, pusieron perros: pero los Perros no sabían hablar, y a través de la radio trasmitían solo “gua-gua”. Y los hombres no podían entender que habían visto ni a donde habían llegado.
Al final encontraron hombres valientes que quisieron Ser cosmonautas. El cosmonauta se llamaba así por que partía para explorar el cosmos: es decir, el espacio infinito, con los planetas, las galaxias y todo lo que nos rodea.
Los cosmonautas, al partir, ignoraban si podrían regresar. Querían conquistar las estrellas, para que un día todos pudiesen viajar de un planeta a otro, porque la tierra se había vuelto demasiado estrecha y los hombres crecían de día en día.
Un buen día partieron de la tierra, desde tres puntos distintos, tres cohetes.
En el primero iba un norteamericano, que silbaba muy alegre un motivo jazz en el segundo iba un ruso, que cantaba con voz profunda: “volga-volga”.
En el tercero iba un negro, que sonreía feliz, con dientes muy blancos en su cara negra. En efecto, por aquellos tiempos, los habitantes de África, que finalmente eran libres, se habían demostrado ser tan hábiles como los blancos para construir ciudades, maquinas y –naturalmente-cosmonautas.
Los tres querían, llegar primero a Marte para demostrar quien era mas valiente .El norteamericano, en efecto, no quería al ruso y el ruso no quería al norteamericano y todo porque el norteamericano para decir buen día decía: “ how do you ” y el ruso decía “GPACBCTBYUTGE”. Por eso no se comprendían y se creían distintos.
Los dos además –además- no querían al negro por que tenia un color distinto.
Por eso no se comprendían.
Como los tres eran muy valientes, llegaron a Marte casi al mismo tiempo.
Llego la noche. Había en torno de ellos un extraño silencio, y la tierra brillaba en el cielo como si fuese una estrella lejana.
Los cosmonautas se sentían tristes y perdidos y el americano, en la oscuridad, llamo a la mama.
Dijo: “mamie...”.
Y el ruso dijo:”mama”.
Y el negro dijo:”mbamba”.
Pero en seguida comprendieron que estaba diciendo lo mismo y que tenían los mismos sentimientos. Fue así que se sonrieron, se acercaron, juntos encendieron un buen fueguito, y cada uno canto canciones de su país. Entonces se armaron de coraje y, mientras esperaban el amanecer, aprendieron a conocerse.
Por fin se hizo de día: hacia mucho frió. Y de repente de un grupito de árboles salio un marciano. ¡Era realmente horrible verlo!. Era todo verde, tenia dos antenas en lugar de las orejas, una trampa y seis brazos.
Los mira y les dijo:”¡GRRRR!” En su idioma quería decir:” ¡mamita querida!”, ¿quienes son esos seres tan horribles?”.
Pero los terrestres no lo comprendían y se creyeron que su grito era un rugido de guerra.
Fue así como decidieron matarlo con sus desintegradotes atómicos.
Pero de pronto, en medio del enorme frió del amanecer, un pajarito marciano, que evidentemente se había escapado del nido, cayo al suelo temblando de frió y de miedo.
Piaba desesperado, mas o menos como un pajarito terrestre.
Daba realmente pena. El norteamericano, el ruso y el negro lo miraron y no pudieron contener una lagrima de compasión.
En el momento, sucedió algo muy extraño. También el marciano se acerco al pajarito, lo miro y dejo escapar dos hebras de humo de su trompa. Y los terrestres, de golpe, comprendieron que el marciano estaba llorando. A su modo, como lloran los marcianos después vieron que se inclinaba sobre el pajarito y lo alzaba entre sus seis brazos tratando de darle calor.
El negro, que en otros tiempos había sido perseguido. Porque tenía negra la piel y por eso mismo sabia como son las cosas, dijo a sus dos amigos terrestres:
“¿se dieron cuenta?” creíamos que este monstruo era distinto de nosotros, ¡tiene un corazón y sin duda un cerebro! ¿Creen todavía que hay que matarlo?”.
No era necesario hacerse semejante pregunta.
Los terrestres ya habían aprendido la lección. Que dos personas sean distintas no significa que deban ser enemigas.
Por lo tanto, se acercaron al marciano y le tendieron la mano.
Y el, que tenia seis, les dio la mano a los tres, a un mismo tiempo, mientras que con las que quedaban libres hacia gestos de saludos.
Y señalando la tierra, distante en el cielo, hizo entender que deseaba viajar allá, para conocer a los otros habitantes y estudiar junto con ellos la forma de fundar una gran republica espacial en la que todos se amaran y estuvieran de acuerdo. Los terrestres dijeron que si entusiasmados.
Y para festejar el acontecimiento le ofrecieron un cigarrillo.
El marciano, muy contento, se lo introdujo en la nariz y empezó a fumar. Pero ya los terrestres no se escandalizaban mas.
Había comprendido que tanto en la tierra como en los otros planetas, cada uno tiene sus propias costumbres, pero que solo es cuestión de comprenderse los unos a los otros.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Primera entrada de prueba

Estamos creando una nueva forma de comunicarnos con nuestros alumnos